Salamandras
La Salamandra es una especie constituida íntegramente por fuego, aunque pueden manifestarse como si tuviese un cuerpo solido. Generalmente adoptan la forma del típico anfibio conocido con el mismo nombre, pero a veces, prefieren manifestarse como un lagarto cobrizo de grandes dimensiones. También se las ha visto con forma semi-humana: cabeza de hombre barbado, orejas puntiagudas, gorro frigio, alas de dragón, cuerpo de león y cola de serpiente, sin embargo, Huesis considera que esta expresión no es habitual y la criatura solo recurre a ella para atemorizar. No suelen ser dañinas, pero tienen carácter belicoso y conviene no importunarlas. Parece que pueden emitir veneno líquido, además de fuego. Suelen vivir aisladas y es muy difícil verlas. Habitan donde existan fuentes de calor y fuego: hornos, chimeneas, etc. El autor no ofrece ningún dato más acerca de sus costumbres.
Melgas
Huesis describe poco a esta especie. Similar a la salamandra, también habita en el fuego, pero suelen tener suficientes componentes de tierra en su constitución como para mantener una forma física concreta y permanente. Se les describe con una cabeza que combina, en forma armónica, los rasgos del humano y el insecto, el cuerpo semeja el de un lagarto y las patas traseras parecen de ave. Son belicosos, pero no atacan si no se les molesta. Están ligados a la sexualidad y la fertilidad pero, a diferencia de las ninfas, en un sentido más primitivo y puro. El autor no dice nada acerca de sus costumbres pero destaca que les gusta aparearse con miembros de otras especies dando lugar a extraños híbridos.
Flamarios
Se trata de una especie emparentada con las melgas y salamandras. Juan Huesis no ofrece demasiada información en su libro. Cuenta que suelen tener la piel de color bermejo, aunque algunos pueden tenerla de color anaranjado u ocre. Tiene apariencia humana y podrían ser confundidos si no fuese por el color de la piel y las orejas un tanto lanceoladas. Los hay machos y hembras, ambos de una belleza variable según el tipo. Poseen una temperatura corporal muy alta, sin embargo, no tienen la capacidad de desprender fuego ni quemar al solo contacto como lo hacen las salamandras. Generalmente presentan un carácter alegre, pero muchos son aburridos e insulsos. Poco propensos al pensamiento racional, pueden mostrarse bastante superficiales, inconstantes y muy cambiantes. Son elitistas, snobs, cerrados y excluyentes.
Flamagarios
Según el libro de Huesis, los flamagarios son una sub-especie de los flamarios, más primitiva y de mayor tamaño. El autor especula que podría tratarse, en su origen, de una cruza entre flamarios y terragarios, pero no afirma carecer de información suficiente. Comparten con los seres humanos un organismo provisto de “carne y sangre”, lo que les da un rasgo de tierra, pero el elemento constitutivo más importante es el fuego. Poseen la piel con tonalidades cobrizas. El aspecto en general es semejante al humanos, a excepción de las orejas que son pulposas, anchas, como las de un terragario o un ogro. Tienen la capacidad auditiva extremadamente desarrollada. Poseen un cuerpo muy fuerte y musculoso, algunos, incluso, pueden ser muy altos. Sin embargo, tienen el cerebro pequeño y el coeficiente mental bajo. Algunos son tan rudimentarios que solo pueden comunicarse mediante gruñidos y gestos de puño. Al igual que los terragarios, suelen ser contratados como matones, guardias de seguridad y trabajos similares.